jueves, 1 de abril de 2010

La Pascua judía:

La mayoría de quienes asistimos todos los años a la liturgia del Jueves Santo relacionamos esta celebración con la última cena de Jesús. En ella escuchamos, con más o menos atención, el texto de la salida de Egipto (Éx 12,1-14) y de como Yavé dijo a Moisés y Aaron el modo en que debían celebrar año tras año este hito que los constituyó como pueblo : la cintura ceñida, las sandalias puestas, un bastón en la mano y a toda prisa comerán panes sin levadura, hierbas amargas y un cordero sin mancha.

Jesús, como hombre de su tiempo, celebró en muchas ocasiones el Pésaj (paso de la esclavitud a la libertad).

La celebración duraba siete días. Se reunían familias naturales o artificiales, no pudiendo ser grupos formados exclusivamente por mujeres, niños o esclavos.

Los preparativos eran tan importantes como la cena. Se celebra en la noche del 13 al 14 del Nisán (el calendario es variable ya que se guían por el calendario lunar). La víspera por la tarde tenía lugar el sacrifico del cordero y acudían al templo donde los sacerdotes recogían en copas de oro y plata la sangre para derramarla al pie del altar. Desde unos días antes no puede quedar nada de levadura en la casa. El padre busca cualquier resto que pueda quedar utilizando unas herramientas tradicionales (una pluma, un cuchillo y una bolsa.) Una vez que la levadura, símbolo de pecado (1 Cor. 5:6-8), se ha sacado de la casa, la familia se sienta alrededor de la mesa y ceremonialmente se lavan las manos con una palangana y una toalla.

Después de todo esto empieza propiamente la cena tradicional o “Séder”. Aunque ya en tiempos de Jesús posiblemente se pareciera más a los banquetes griegos o romanos recostándose entre almohadones alrededor de una mesa, a fin de darle a la cena un carácter solemne y sentido de libertad.

La mujer de la casa dice una bendición y enciende las velas. El padre prepara la primera copa y pronuncia una serie de alabanzas dirigidas a Dios: “Bendito seas tú, Adonai, nuestro Dios, Rey del universo, quien creó el fruto de la vid”

Se tomaban entonces las hierbas , que es símbolo de vida, sumergido en agua salada, un símbolo de lágrimas y se toma con una mezcla de manzanas, nueces picadas, miel, canela… Es una mezcla dulce, marrón y pastosa símbolo del cemento que usaron para construir los ladrillos de Egipto. La pedagogía es muy clara: aún en la más amarga de las tareas puede ser dulce cuando se acerca la redención. Se trae el plato principal y sirve la segunda copa. ( que recuerda las diez plagas y el sufrimiento de los egipcios cuando endurecieron sus corazones a Dios)

La “Hagadá” significa “contar la historia”. El relato es la respuesta a cuatro preguntas que hacen los niños de la familia. Una de ellas es “¿por qué esta noche es diferente de todas las otras noches?” El padre les cuenta el éxodo insistiendo en el sentido del cordero (la misericordia de Dios), las hierbas amargas (la esclavitud) y los panes ázimos (la liberación). Se recitan los salmos 113-114 y se bebía la segunda copa. Empieza el banquete y se bendice el pan ázimo: durante la cena se hace la bendición:” Bendito seas tú, Adonai, nuestro Dios, Rey del universo, que haces salir el pan de la tierra”. Los comensales responden “amén” y se reparte el pan. El padre es el primero en comer y comienza el banquete que termina con la acción de gracias por la tercera copa y se cantan los salmos 115-118 y se pronuncia la bendición sobre la cuarta copa.

La última indicación de la Misná invita al espíritu de la fiesta:

“cada cual está obligado a considerarse como si él mismo hubiera salido de Egipto…Por eso debemos darle gracias, alabanzas, bendición, gloria, homenaje, veneración y adoración a Él, que hizo por nosotros y por nuestros padres maravillas, que nos condujo de la esclavitud a la libertad, de la pena a la alegría, de la aflicción al júbilo, de las tinieblas a la gran luz y de la servidumbre a la redención. Cantemos ante Él: ¡Aleluya!”

No me cuesta imaginar a Jesús celebrando cada año la Pascua Judía, como no me cuesta ver en nuestra Eucaristía o en el Jueves Santo, la herencia de los rituales con los que Él creció y que revistió de nuevo sentido, nuevo cordero, como Nueva Alianza ¡Aleluya!

Conxa Peralta

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