miércoles, 13 de julio de 2016

Piscineando

Uno no es que sea precisamente un Mark Spitz o el pollo este americano que este verano estará si no me equivoco en sus quintos o sextos juegos, lo mío es más de mantenerme a flote y tragar poca agua a pesar de nadar con la boca abierta.
Pues en eso estoy, intentando refrescarme en la piscina y hacer algo de deporte. Es llegar al vestuario, saludar, cambiarme, seguir con las manías de todo buen deportista, ducharme y dirigirme a la piscina, otear el horizonte buscando un carril libre, algo de por sí complicado ya que suele haber más gente nadando y porque sin gafas veo menos que el Rompetechos aquel. Manías de rigor al entrar al carril y saludar al personal si tienen a bien a hacer una parada.
Si en el carril vamos a ser 2, se solicita el nadar por sólo un lado del carril hasta que llegue otra persona.  La cosa se complica si hay más de 2 nadando, a mi me gusta ver el estilo y velocidad para adaptarme y poder nadar tranquilo.
Si los carriles son ya de por sí estrechos, imagina cuando hay alguien que le da por nadar por el centro del carril, bien porque son unos profesionales bien porque se despistan. No se todavía cual de estos abunda más.
Faltan buenos modales y educación entre la gente que va a la piscina, no basta lo que he comentado antes sino que hay algunos que se pasan las normas por el forro. Y hablaré solo de los hombres porque en el vestuario de las mujeres no he entrado; dejarse papeles, botes vacíos de gel en vestuario y duchas, botellas de agua o pieles de plátano y afeitarse con cuchilla en el baño por poner unos ejemplos.
Hay quien va a la piscina a refrescarse o a hacer deporte, el problema es que ambos tipos de piscineros son incompatibles si no se respetan. Del primer tipo suelen ser niñ@s aunque adultos también hay, y no hay nada peor para uno que va a hacer deporte que un elemento de esos se te cruce sin mirar, que entre en tu carril y se dedique a hacer el cafre dando volteretas, hundiendo las corcheras  y demás.