domingo, 30 de noviembre de 2008

El catecismo de la abuela

Aprovecho las fechas en las que nos encontramos, para publicar bajo consentimiento, el artículo que ha preparado mi amiga Conxa para el último número de Es Pont.

Querido Hijo:
Entramos es el mes de diciembre y llevo varios días haciéndome una reflexión. Veo la televisión contigo y ya empezamos con la retahíla de anuncios que nos disponen a todos para navidad. Un Adviento prematuro y desordenado con telefilmes americanos paseando a “Santa” en argumentos sensibleros y árboles diseñados especialmente para salir en Televisión... y se me encienden todas las alarmas: ¡ostras! ¡que me vuelven a robar al Niño!
El catecismo de la abuela es claro: "No robarás" (Ex 20, 15; Dt 5,19), pero es que el catecismo de mamá también: No robarás" (Mt 19, 18) y además “Todo robo exige reparación. Lc 19,8”
Es de urgente necesidad rescatar las fiestas de Navidad, del sentido puramente mercantilista y comercial. Recordarnos que somos libres, que los cristianos tenemos derecho a recobrar el verdadero sentido de estos días que nos llegan, deberíamos denunciar el abuso que se hace de nuestra fe y no permitir que se invoque el nacimiento de Cristo para alentar la venta de artículos que nos esclavizan.

Deseo este año estar más atenta...me niego a que nos secuestren al Niño, deseo protegerte y proteger a este Niño Jesús que nace, y que año tras año se empeñan en esconderlo debajo de la montaña de juguetes y langostinos que supone para muchos la navidad. El nacimiento de Jesús ha de ser mucho más que esto. Nació para resucitar y resucitarnos, para que nos reconozcamos hombres libres y creadores de la historia, como dice la canción.
Desde este número 200 de nuestra querida revista, en la que tantas cartas te he dedicado quiero susurrarte al oído las palabras de Jesús y que quiero tener presentes esta Navidad. “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt. 22:21; Mr. 12:17; Lc. 20:25).
Quien quiera hacer una fiesta, desparramar y gastar hasta que le duela la cartera...que la haga, pero que no use el nombre de Dios en vano.
Se despide tu madre que te quiere.
Conxa Peralta

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