miércoles, 19 de noviembre de 2008

Compartir... es partir con

Este fin de semana, lo he pasado en Lluc con unos chavales de los AdJ aprovechando la excursión parroquial. No eran muchos chavales, sólo 5, pero aproveché para conocerlos un poco mejor, saber cuáles eran sus inquietudes y pensamientos. He de decir que he disfrutado mucho, hablando, riendo, saltando por las rocas, compartiendo mesa...
y es en este punto donde quiero centrar el artículo, aprovechando el comedor para los peregrinos, comíamos junto los que se encontraban en el monasterio de excursión, o los que como nosotros estábamos de reflexión. Durante la comida, nos sentamos en la única mesa que quedaba, un poco apretados pero servía para combatir el frío. La cosa cambió durante la noche, a la hora de la cena podíamos escoger mesa, exceptuando una doble que estaba ocupada por tres familias. Nada que objetar si tenemos en cuenta que había espacio de sobra, pero no me gustó que de las dos mesas ocuparan una para poner las bolsas y demás elementos, y la otra para que se sentaran los niños. De haber venido más gente, cuál hubiese sido su actitud, ya que entre niños, adultos y trastos, creo que con solo ocupar una mesa tendrían bastante, porque los niños ocupaban un banco, más otro de los adultos, con lo quedaban dos bancos libres, pero sin dar opción a emplear una de las mesas.
Basta con muy poco para ver que de esa manera no facilitaban compartir el comedor, en un lugar en el que compartir es fundamental.

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