jueves, 7 de agosto de 2008

De niños y abuelos abandonados

Está poniéndose de moda que en las páginas de sucesos de los periódicos, aparezcan con mayor asiduidad, sobretodo en veranos, titulares que remarcan el olvido de un menor o de un anciano en el interior de un vehículo, expuesto al sol, con las ventanillas subidas y sin refrigeración, con las funestas consecuencias que ello conlleva.

De un tiempo a esta parte, los padres, en esa nueva labor de colaboración en las tareas del hogar, se ven obligados a hacerse cargo de sus retoños, llevarlos al colegio, al medico y demás menesteres que antes realizaban sus mujeres, que ahora no pueden realizar por estar inmersas en la vida laboral de este país.
Y claro, ante la falta de costumbre, pues quién se acuerda de que llevamos al niño en su sillita plácidamente dormido, que hemos tenido que cargar sus cosas en el maletero y que la parienta nos ha sermoneado repetidamente, que el niño entra a tal hora en la escoleta, y claro, luego pasa lo que pasa.

Y si de las personas mayores hablamos, la diferencia estriba en que éstos, sí que dan la lata, antes del viaje, durante el viaje y no se si después de dejarlos tirados como perros moribundos en la gasolinera de turno siguen empreñando.

La solución: no tengas hijos, así seguro que no los dejaras encerrados en el coche, y tampoco te dejarán tirado en la gasolinera ni te encerrarán en un asilo cuando ellos quieran vivir tranquilos sin que les cuentes batallitas.

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