sábado, 16 de agosto de 2008

De los espíritus que navegan en los libros

Recientemente, se publicó una vez más las medidas que se iban a llevar a cabo para potenciar la lectura, entre ellas regalar con un obsequio a aquella persona que en la playa, estuviera leyendo un libro.
Estamos de nuevo ante una situación, que debiera arreglarse desde las casas, en la que los progenitores/tutores de los niños incitaran a la lectura, que les permitiera disfrutar de una lectura, que no se vieran abocados a dejar un libro por la carga que les representa.
Desde los colegios, se incentiva la lectura mediante trabajos de lectura y comprensión del texto Esto se convierte en una carga entre el alumnado (excepciones aparte), porque lo consideran deberes y no disfrutan con la lectura del libro que tienen entre manos.
Yo dispongo en mi casa de una buena colección de libros, heredados de mi padre, aficionado a la lectura y con una carga cultural envidiable. Muchos de esos libros ni tan siquiera los he hojeado, tal vez porque el autor o el título no me decían nada, pero si puedo decir que tengo y he empleado una herramienta con los libros de obligada lectura en el colegio: una cosa es leer en el colegio y otra muy diferente realizar las actividades propuestas por el profesorado para el libro en cuestión, como ver el significado y contexto en que se expresa el autor para hacer referencia a unos hechos, que pudieran estar ocultos entrelineas (por citar un caso que recuerdo,"San Manuel Bueno, Mártir", de D. Miguel de Unamuno, o "El concierto de San Ovidio", de D. Antonio Buero Vallejo).
Mi técnica, aparcar los deberes, agarrar el libro y colgarme en un buen sitio, y comenzar una lectura intentando imbuirme el la narración del texto, vivir en primera persona los acontecimientos que transcurren durante toda la obra, sin pensar qué querrá decir el autor con esas palabras y en qué época fue escrito el libro. Es la mejor manera de disfrutar de un libro de obligada lectura.

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