domingo, 26 de febrero de 2012

Editorial Es Pont nº 229

En Enero se celebra el día de la paz, pero ¿de qué paz hablamos?
Comúnmente, cuando nos referimos a la paz queremos expresar la ausencia de conflictos armados. Nadie quiere la guerra para el otro ni para si mismo.
Pero acaso esa es la paz con la que Cristo resucitado se presenta a sus discípulos. La paz que les trata de insuflar es la paz que proviene de Dios, es la paz que llena el corazón de la gente, que les ahuyenta los temores y los reconforta, porque saben que hay gente a su lado que se preocupan por ellos.
Hay muchos motivos para desear la paz a la gente que nos rodea.
Justo cuando escribo estas líneas, me comentan que la hija de unos amigos se ha puesto enferma, la paz que necesitan mis amigos es esa que les reconfortará al saber que hay gente que se preocupa por el estado de su hija, por saberse arropados.
Cómo puede haber paz si en nuestras casas tenemos gente a la que les falta el trabajo, vecinos a los que no les llega el poco dinero que tienen para comer, amigos de los que sabemos que en sus vidas se han encontrado obstáculos que no parecían otearse en el horizonte, gente en las que el desánimo se ha apoderado de sus vidas y no ven una respuesta…Pues allí es donde debemos hacernos presentes, como el hombre del camino de Emaús, y estar dispuestos a abrir los ojos, los oídos y nuestros corazones al prójimo.

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