miércoles, 31 de diciembre de 2008

La laicidad de Dios

En estos días está de moda una palabreja, auspiciada por determinados sectores políticos, el laicismo, que viene envuelta por una aureola decrispación por otra parte de la sociedad.
La gente de Iglesia, al menos una parte, creemos de la importancia de los laicos en la própia Iglesia, también de que si estamos en un estado laico y aconfesional, debería llevarse con todas las consecuencias. Es un deber y una obligación por parte de todos, orientar y alentar a que las cosas se hagan bien.

Si bien es cierto que la religión católica es la mayoritaria en España, debo aclarar que durante el tiempo que cursé mis estudios, estuve satisfecho con las clases de religión que recibí en el instituto (amplia, variada, con información de otras religiones, con formación humanística), en e.g.b. las clases eran más bien catequéticas.
Yo entiendo que las clases de religión no deben servir como catequésis de una religión en particular, sino que deben formar en el área humanistica de la persona, dar información completa de las religiones más importantes del mundo y las situaciones de convivencia/conflicto que se acarrean, que debería ser obligatoria e impartida por gente que tuviera conocimientos de todos estos temas.
Cada persona es libre de elegir la religión que desea profesar y de procurarse los medios para profundizar en sus creencias.

Y ahora, lo de la laicidad de Dios.
Si nos centramos en la divinidad de Dios, podríamos deducir que la mejor forma de ponerse en contacto con el hombre y su realidad es situarse delante del hombre, frente a frente, mostrándose como algo o alguien divino, pero Dios fue más allá y se convirtió en el ser más débil, un niño. Nada más arriesgado que la fragilidad de un recién nacido, podría haber venido ya convertido en un ser adulto, pero no, se sitúa al mismo nivel que el hombre, con todos sus sufrimientos.
Luego, ya en la cruz, vuelve a demostrar su lado más humano, podría decirse incluso que se siente abandonado, pero mantiene al final confianza en Dios padre.

No hay comentarios: