sábado, 7 de junio de 2008

Donar órganos..., para regalar vida


Leí recientemente, y perdón por omitir la fuente pero no ando muy bien de memoria, que aún se producían muchos rechazos a la donación de órganos tras el fallecimiento.

No creo que se pueda interpretar este gesto de negación como un acto de creencia en la resurrección del cuerpo, es decir, que si resucitamos y nos han extraído el corazón, nos moriríamos porque no lo tenemos. Más bien creo que es un sentimiento que tenemos en relación al finado, nos cuesta asumir que esa persona a la que queremos no va a seguir con nosotros. Yo he pasado por esa situación, mi madre se encontraba en un estado clínico de muerte cerebral sin posibilidad de solución y desde el equipo de la UCI, nos solicitaron que realizáramos la donación de órganos (creo que es preceptivo incluso si el paciente es poseedor de la tarjeta de donante, aunque no estoy seguro) y aunque yo se que mi madre hubiera dado su consentimiento si hubiese sido yo quien se encontrara en su situación, no puedo negar que había una parte de mi, que aunque no me negara, me resistía creer en el fallecimiento de mi madre.

El motivo que nos llevó a a decir que SI, a la donación, fueron que sabíamos que nuestra madre nos había dado la vida, y que podía seguir dando vida a otras personas, también ha sido muy influyente el conocer a gente que bien había sido trasplantada o necesitaba un riñón, y eso es algo que marca, el saber la necesidad de los demás y los beneficios que les comporta la donación de órganos.

Le quiero dedicar esta entrada a mi madre y a mi amigo Alberto "Piolín" Gil, sin olvidarme de M.A. Mariano, cuídate macho.

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