lunes, 16 de marzo de 2009

Editorial Es Pont nº 204

A veces nos encontramos frente a frente con mucha gente, les conocemos aunque solo sea de vista, pero si nos paramos un momento y nos preguntamos qué sabemos de ellos, hay veces que no sabríamos exactamente que responder. Y ese desconocimiento no es por desinterés, sino porque a veces falta confianza o simplemente no somos capaces de preguntarnos qué le está pasando. Sobretodo ahora, en que la situación económica no es muy boyante, se están dando casos en los que nos rodean no pasan por un buen momento y somos desconocedores de los temores de aquellos, que a su vez no saben cómo pedirnos ayuda o contarnos su situación.

No es que tengamos ahora que ir a cada persona a interrogarle sobre aquello que le preocupa, basta con un gesto muy sencillo: escuchar al prójimo e intentar estar atento a esos mensajes ocultos que nos va dando, nada más.

También es preciso colaborar, muchas veces nos quejamos de que no se hace nada, pero ¿y qué estamos haciendo nosotros ahora? Ya sabéis que mucha es la mies, y pocas son las manos que participan. No solo hay que ir a trillar el campo, también separar los granos, empaquetarlos, almacenarlos y distribuirlos. Ahora, traslada estas palabras al día a día de nuestra barriada, ponle cara a la necesidad y colabora en la acción social, basta con pequeños gestos.

Si tomamos como referencia la carta de San Pablo a los Corintios, en la que les critica la manera de celebrar la eucaristía, en la que cada cual miraba por lo suyo y se juntaba con sus iguales, importándoles poco o nada de la situación de sus vecinos, y les recuerda que cuando Jesús instituyó la eucaristía, y durante toda su predicación, tuvo presente el tratar a todos por igual, fuesen cuales fuesen las condiciones en las que se encontrasen.

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