Y seguimos con las andanzas, año dos mil y pico, y las mujeres no se encuentran dentro de la vida laboral en las mismas condiciones, no tienen los mismos sueldos que sus compañeros, no tienen las mismas posibilidades de ascender o acceder a determinados puestos por su condición de mujer, otras pierden sus puestos de trabajo al quedarse embarazadas, tienen dificultades para conciliar la vida laboral con la familiar.
Eso en las empresas, porque queda otro ámbito donde las mujeres tienen otro pulso: la casa. Desde levantarse, prepara el desayuno, llevar a los hijos al colegio, hacer la compra, la comida, arreglar la casa y la ropa, etc..., sin la ayuda de sus parejas e hijos.
En las casas, la principal culpable de lo que sucede es de las madres del ambas parejas, porque han educado a sus hijos con lo que han vivido en sus infancias, ahora toca a las madres de hoy es educar a sus hijos en la corresponsabilidad en las tareas del hogar, incluyéndose aquí a su pareja.
Hay que concienciar a los hombres y a los empresarios, que para llevar al hijo al médico, tan válido y necesario es un padre como una madre.
Luego es una pena, que para que las mujeres puedan obtener las mismas condiciones que los hombres, se necesite una ley de paridad, que de paridad solo tiene el nombre: las mujeres deben tener garantizado el acceso a determinados puestos por ser buenas profesionales, no por ser mujeres.
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